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Filosofía

 


"Idea de la Fenomenología"
de Edmund Husserl


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EXPOSICIÓN

 Husserl, matemático, se introdujo en la gnoseología con un obra "filosofía de la Aritmética" de corte psicologista, es decir en la que hacía depender la lógica de la constitución del conocimiento humano (si fuésemos de otra manera, otra sería la lógica) . Comprendió el error del psicologismo tras la crítica demoledora de Frege. La obra que comentamos como característica de su pensamiento la escribe después de este momento , y se aprecia en ella como leit-motiv el deseo de reconciliar subjetivismo y objetivismo, lo cual había sido intentado ya por Franz Brentano, su principal inspiración en filosofía. Brentanno había desarrollado una gnoseología que se limitaba al estudio de los fenómenos psíquicos, es decir que se atiene a lo que aparece a nuestra conciencia cuando conocemos, y tal como aparece. Aunque les reconocía una intencionalidad, es decir la referencia a un objeto, este desaparecía del campo de estudio de su fenomenología.

 

 Husserl comprenderá el peligro psicologista de esta fenomenología de Brentano (se hace depender a la verdad de nuestra psicología) y propondrá una filosofía más cercana al pensamiento de Bolzano, su otra fuente de inspiración, en la que no queda rastro de psicologismo, en el sentido de que aboga por la objetividad de la verdad, la cual ha de ser independiente de nuestra facultad de conocer.

 

 La necesidad de una tercera vía entre idealismo y realismo era patente en aquel momento: el idealismo había llevado a la filosofía del subjetivismo al panteísmo, y la reacción vitalista de Bergson en la que se llega a conocer por el impulso de la vida en el interior mismo de la vida, en la intuición -fuera del alcance de la inteligencia- no era admisible para la mente lógica de un matemático como Husserl.

 

 Husserl entiende que la filosofía no es como las otras ciencias, las cuales se derivan de unos postulados que no critican. Es necesaria una ciencia que sea crítica de sí misma -por circular que parezca este planteamiento-puesto que solo así podrá ser crítica de las demás, prestándoles el fundamento que ellas en sí mismas no poseen. Así pues, se espera de la filosofía que formule la pregunta por nuestra capacidad de hacer filosofía, en general por nuestra capacidad de conocer: En consecuencia Husserl no solo no está en desacuerdo con el planteamiento crítico sino que le parece necesario

 

 Ahora bien, comprende el peligro de este planteamiento: su circularidad. Quien se pregunta si hay " algo más allá " de la conciencia --es decir quien ha dudado de todo lo exterior a ella-- no podrá llegar a nada que no sea producto de su propio conciencia, ha perdido contacto para siempre con la realidad , o en otras palabras, está abocado al escepticismo.

 

 Y una vez que alguien ha llegado al escepticismo no hay modo racional de sacarle de él, pues si se intenta - como suele hacer el realista- mostrándole el contrasentido que hay en su postura afilosófica, responderá que para él no tiene ninguna significación real la palabra "sentido" ni "contrasentido": "Tomará sobre sí todas las contradicciones y a la vez negará toda contradicción. Con éste nada podemos hacer. No podemos responderle: 'Es evidentemente así' El niega que haya tal cosa como 'evidente'. As algo así como si alguien que no ve quisiera negar la vista. O mejor; como si alguien que ve quisiera negar que ve y que hay vista."

 

 Pero no pensemos que Husserl va a adoptar por tanto el punto de partida realista. También arremete contra él (ya hemos dicho que él encuentra necesario que la filosofía comience con la pregunta crítica). En efecto, él estima que no puede darse propiamente un gnosceología realista. Esta es la gnosceología que no cuestiona "qué es" el conocimiento, pues da por supuesto que se trata de la fiel noticia de las cosas existentes fuera de mí -representadas en nuestra facultad de conocer- al "verlas", y que por tanto su labor gnosoceológica ha de consistir solo en la determinación de "cómo" esto es posible. Ahora bien, entiende Husserl que desde el "qué" del conocimiento, nunca se llegaré al "cómo", pues la respuesta a esta segunda pregunta se habrá de basar de un modo u otro en la intencionalidad de la representación en mi facultad de conocer, es decir la relación fiel que guarda la representación con el objeto exterior. Pero, pregunta Husserl, ¿se representa alguna vez en mi facultad de conocer la intencionalidad misma? Obviamente, no. Entonces, ¿con qué base concedo realidad a la intencionalidad?

 

 La solución del dilema realismo-idealismo la encuentra en un replantear la pregunta crítica correctamente, de modo que no conduzca a circularidad. No se tratará de dudar metodológicamente de todo, sino tan solo de todo aquello que no es evidente, de modo que la pregunta por la existencia de lo transcendente será para Husserl la pregunta por lo que transciende lo evidente (recordemos que en Kant, se llama transcendente a lo está más allá de mi conciencia. Pues bien , en adelante significará: lo que transciende de lo evidente) Se ha cambiado pues el significado de la palabra, y así la pregunta por la trascendencia, mostrará Husserl, ya no va a estar abocada a la inmanencia.

 

 Así pues el punto de partida es todo lo evidente, todo lo que no es inmune a la duda, todo lo que "aparece" en mi entendimiento, es decir el fenómeno. (Es razonable: lo que no sea inmune a la pregunta crítica no puede estar en el punto de partida de la respuesta a la pregunta crítica. Y recíprocamente, absolutamente todo lo que sea inmune hay que aprovecharlo e incluirlo en ese punto de partida) Antes de formular la pregunta crítica hay que haber andado lo más que se pueda en ese conocimiento de lo que se presenta a mi conocimiento como indudable, clasificarlo, aclararlo.... y a este estudio es a lo que llama fenomenología-- nombre con que suele designarse en su globalidad a la filosofía de Husserl: la filosofía del fenómeno (quizá con razón, pues, como veremos más tarde, es cuestionable que lograra con ella trascender el fenómeno, tal como era su intento).

 

 Manos a la obra. La primero que hay que hacer es aislar lo que hemos decidido que ha de ser punto de partida, lo evidente, lo indudable, es decir hemos de restingirnos al "puro fenómeno" y esto es lo que llama Husserl la "reducción fenoménica". Veamos cómo se hace esto.

 

 No comienza Husserl con el "ego cogito" cartesiano, sino con el "ego cogito cogitationes", pues es imposible pensar sin complemento directo, sin estar pensando en algo, en algún pensamiento o cogitatio, la cual puede ser de todo tipo, puede ser algo que se me presenta como real (lo sea o no), o a algo que se me presenta ya como una fantasía, o como un recuerdo, o como una duda, pero en definitiva algo se me presenta. Cuando pienso hay una cogitatio, y ella es lo indudable, lo evidente (videre=ver), es lo que "veo" con mi facultad cognoscitiva al ejercitarla, al decir "ego cogito". Descartes se quedó con el "ego" y ya hemos visto que aunque creyó salir de él, sus seguidores, más coherentes, se quedaron en el puro subjetivismo. La ventaja de haber mencionado el acto en su totalidad, no solo con sujeto y verbo sino también con complemento directo "ego cogito cogitationes", está en que otro sustantivo ha aparecido aparte del "ego", que son las "cogitationes", y éstas van a ser el punto de partida, en vez del ego, en la filosofía de Husserl.

 

 Para ello, para que 1) sea el objeto de una ciencia objetiva (con lo que está queriendo decir intersubjetiva, es decir en la que todos los sujetos estemos de acuerdo), y para que 2) sea además una ciencia indudable, es decir inmune a la aporía crítica, el paso 1) está dado: se ha prescindido del ego, se ha prescindido de mi psicología. El fenómeno, el acto de aparecerse, tiene un aspecto psicológico y otro lógico: una esencia que provoca en mí cierto estado psicológico que resumo en que " me aparece". Pues bien, hago abstracción de este estado psicológico, y me quedo solo con la esencia que aparece. Aquí se apreciar al Husserl , escarmentado del error psicologista de su primera filosofía. El fenómeno de Husserl no será pues el de Brentano, un fenómeno psicológico: será meramente lógico, consistirá en esencias.

 

 Y aquí viene la parte 2), la "reducción al fenómeno": Si en la percepción o cogitatio se incluía además de una esencia una existencia, es decir si lo pensado incluía un rendimiento transcendente, prescíndase metodológicamente de él, no se le tenga por cierto (pues ese rendimiento, esa existencia, no es inmune a la duda critica. Precisamente la pregunta critica es pregunta por esa existencia, y por tanto ésta ha ser excluida de lo que será el punto de partida de la respuesta -por no incurrir en una petitio principii)

 

 El resultado de este doble proceso , la reducción fenoménica, es lo que Husserl llama el fenómeno puro. Pura esencia. Olvidado 1) el hecho de que sea yo quien la piense, en qué consista mi estado de pensarlo, es decir olvidado todo lo psicológico. Y 2) olvidado el hecho de que exista o no el objeto mencionado en esa esencia, es decir, olvidado todo lo críticamente problemático. Puro fenómeno, pura evidencia, puramente lo que "se ve, independientemente de que sea yo u otro quien lo ve, independientemente de que exista o no, de que sea o no engañosa esa visión. (Lo indudable es que hay visón; que sea o no certera ya es problemático, y por eso, metodológicamente, lo hemos dejado fuera del fenómeno, pues éste ha de ser el punto de partida de la resolución del problema).

 

 La aclaración, distinción , clasificación de los fenómenos puros es la fenomenología. Ahora bien, una ciencia ha de tratar de universales, no de particulares. Pero los universales --el multisecular problema de la abstracción--no va a suponer problema en el planteamiento de Husserl, pues para obtener desde los fenómenos particulares fenómenos universales, es decir para pensar o "ver" esencias universales, basta practicar una nueva reducción en el fenómeno puro particular, concentrando nuestra atención, "mirando" a un aspecto de esa esencia que entendemos como genérico, como común a otras esencias particulares: tenemos ahí, pues una esencia universal que podemos considerar y reconsiderar, mirar y remirar, Ahora la cogitatio será una esencial universal, la cual depurada del hecho de que sea yo quien la piense y del hecho de que corresponda o no a una realidad objetiva, será un fenómeno puro, esta vez un universal.

 

 La fenomenología como estudio de los fenómenos puros goza pues de la independencia del sujeto, de la indubitabilidad y de la universalidad necesaria para que pueda ser llamada ciencia. Ciencia de esencias universales y de las relaciones entre ellas, ciencia de lo que tiene sentido, o digamos de lo que no encierra un contrasentido que lo haga impensable.

 

 Desarrollada esta ciencia, teniendo ya en casa lo que es la evidencia, lo que tiene sentido, y habiendo dado significado neto a la palabra contrasentido, estamos mejor armados para dar el paso a lo trascendente, o si se quiere para razonar con quien quiera negar la trascendencia de ciertos fenómenos: no ciertamente de los fenómenos-fantasía tales como el unicornio o la gallina de los huevos de oro (nada me impide pensar en ellos, pero se que no existen) sino aquellos que se me presentan con un rendimiento transcendente, tal como el fenómeno Madrid, ciudad en que esto escribo, fenómenos que no solo consisten en la mención de un objeto sino que en ellos se me da el objeto mencionado. (Husserl explica la diferencia entre la pura mención o intencionalidad, y el hecho de darse lo mencionado al mencionarlo: Cuando yo digo "dos y dos son cuatro", menciono algo que se me está dando al mencionarlo. Si yo digo, en cambio que 'dos y dos son cinco" comprendo que solo menciono algo que no se me da al mencionarlo).

 

 Aquí aparece el problema crítico: una cosa es que se me presenten ciertos fenómenos --" Madrid"--pretendiendo un rendimiento trascendente, que en ellos se me de el objeto mencionado, y otra cosa es que realmente sea así, pues pudiera que ese dárseme un objeto trascendente fuera una pura ilusión: que aunque parezca que se me da algo, no se me de nada, y así no haya más realidad en el fenómeno particular "Madrid" o en el fenómeno universal "ciudad" que en la gallina de los huevos de oro. Es decir, pudiera ser una ilusión que haya cierto objeto particular o universal que corresponda al fenómeno "Madrid" o al fenómeno "ciudad" y que se me da en él.

 

 Pero el problema tiene respuesta, por reducción al absurdo: si todo fuera ilusión, si todo fuera irreal, también esta ilusión sería irreal, lo que supone un contrasentido. Es decir que la negación de la trascendencia lleva a un contrasentido, resulta impensable, y por lo tanto es inaceptable en fenomenología, la ciencia de lo pensable, de lo que no encierra contrasentido.

 

 Alguien podrá argüir que al final hemos venido a rebatir al escéptico del mismo modo que lo hacía el realista. No es así, porque si el escéptico nos ha acompañado hasta aquí, si ha compartido con nosotros la ciencia de lo indudable , de lo pensable, de lo evidente, de lo que tiene sentido, al señalarle ahora que su postura encierra un contrasentido , ya le estamos diciendo algo significativo, y ya no podrá contestar "para mí, lo mismo dice un sentido que un contrasentido, pues ambos me dicen nada". Esto es lo que hemos avanzado. Por esta razón, la pregunta crítica puesta de este modo no conduce al círculo cerrado del idealismo sino que alcanza respuesta, aunque sea por reducción al absurdo.

 

 Escribe Husserl: "Desde luego que puede fácilmente decirse y afirmarse que se ha tenido algo absolutamente dado , y que en verdad no haya sido así (...) Pero negar en absoluto el darse las cosas mismas quiere decir negar toda norma última, toda medida básica que de sentido al conocimiento. Pero antes habría que declararlo todo ilusión, y a la ilusión como tal también ilusion, procediendo absurdamente; y habría que lanzarse al contrasentido del escepticismo. Sin embargo es cosa que de suyo se entiende que sólo puede argumentar de esta manera contra el escéptico quien 've' fundamentos, quien conserva, precisamente sentido al intuir, al ver, a la evidencia. "

 

 Así pues la filosofía de Husserl propone un nuevo modo de pregunta crítica en la que, por así decirlo, el puente que ha de salvar es menor. No se trata ya de preguntar si un ser real corresponde con cada vivencia de la conciencia que conoce, es decir con el fenómeno psicológico de Brentano, aún no reducido, sino si verdaderamente hay un objeto que se da en el fenómeno puro, en el fenómeno ya reducido - desgajado del yo y del mundo real- que lo menciona como existente:

 

 De nuevo, el autor: "El problema originario fue la relación entre la vivencia subjetivamente psicológica y el ser en sí captado en ella (primeramente el ser real y, luego, también los entes matemáticos y los demás entes ideales) en primer lugar, se necesita la evidencia de que el problema verdaderamente importante es el de la relación entre conocimiento y objeto, pero en sentido reducido, , según el cual no se habla de conocimiento humano, sino de conocimiento en general , sin referencia alguna de simultánea posición existencial, ya sea al yo empírico o a un mundo real"

 

 La respuesta positiva a este problema, la que establece la correlación de conocimiento y objeto es la que funda una ciencia del objeto consistente tan solo en ciencia del conocimiento, puesto que los modos de darse del objeto, y los nexos entre objetos , corresponden a los modos de darse del conocimiento y las relaciones o nexos de unos con otros. Así pues todo se nos dará en el estudio del fenómeno puro, es decir en la fenomenología.

 

 Como ejemplo de modos de darse, cito a Husserl:

 

 "El darse de la cogitatio que sobrevive en el recuerdo fresco, el darse de la unidad fenoménica que dura en el río de fenómenos, el darse de su mutación, el darse de la cosa en la percepción externa, el de las diversas formas de la fantasía y la rememoración, así como de las múltiples percepciones y demás representaciones que se unifican sintéticamente en los nexos que le son propios. También , desde luego los datos lógicos, el darse del universal, del predicado, de la situación objetiva ; y también el darse de un contrasentido, de una contradicción , de un no-ser. Siempre, ya se manifieste en él algo meramente representado , o algo ideal, algo posible o algo imposible, el darse es un darse en le fenómeno de conocimiento, en el fenómeno de un pensamiento en el sentido más amplio de la palabra; y en la consideración de las esencia hay que perseguir esta correlación al pronto tan asombrosa"

 

 "Solo en el conocimiento puede estudiarse la esencia del objeto en general; solo en él está dada (...) Cuantas configuraciones fundamentales del objeto hay que separar , tantas son también las de los actos congnoscitivos que dan y los grupos y nexos de actos cognoscitivos que hay que distinguir."

 

CRÍTICA

 

 La cita final ha sido a propósito extensa, aunque de seguro este punto de llegada resultará desanimante para el lector que ha seguido a Husserl con la esperanza de llegar al realismo como puerto de llegada desde la pregunta crítica, al formulas ésta de modo más inteligente. Habida cuenta de estos ejemplos y del modo de estudio y clasificación del objeto que Husserl propone, limitado a estudiar y clasificar los fenómenos del conocimiento, y los nexos entre ellos, cuesta trabajo creer que en estos objetos haya verdadera trascendencia respecto de los fenómenos, o si la hay, no parece que esta trascendencia de los objetos equivalga a su existencia real.

 

 De hecho, varios discípulos de Husserl no le siguieron ya en esta etapa final de carácter idealista, entre ellos Heidegger, quien hablara ,sí, de fenómenos, pero ante todo el fenómeno es el ser, lo que primariamente aparece al conocimiento, y lo que jamás recuperaremos si llegamos a olvidarlo, aunque solo sea metodológicamente, aunque solo sea al establecer lo que Husserl llama el fenómeno puro, las puras esencia, el lenguaje común con el idealista al que se pretende reconducir a la realidad. Será él quien, por haberle acompañado demasiado rato, nos obligará a permanecer para siempre encerrados en su propio círculo sin salida.

 

 La conclusión es: con el escéptico, con quien duda que nuestro conocimiento corresponde a realidad, con el subjetivista o idealista para quien nada más existe que el propio conocimiento, ni la primera copa. Husserl ha puesto la pregunta critica cuando ya había andado demasiado junto con él, cuando ya había cometido el error de llevar a cabo una reducción fenomenológica en la que ha olvidado voluntariamente la existencia para nunca recuperarla ya.

 

 Entonces , ¿cuando plantear la pregunta crítica?¿mucho antes? ¿tan pronto que aun no haya dado tiempo aún de hablar de esencias, de sentido, de modo que nada se le pueda contestar al esceptico cuando responda que nada entiende de sentidos y contrasentidos? Nos parece que no hay que plantearla nunca. Lo repito: al plantearla no se puede suponer la contestación -que las cosas son- aunque sea la contestación verdadera, pues eso sería una petitio principii. Entonces, una vez que se ha dejado en suspenso (se ha "reducido") el ser de las cosas, no hay modo lógico de recuperarlo nunca, puesto que las cosas, los famosos "entes", es decir los seres como distinguidos del Ser, Dios, no son necesarias. De ese modo recuperaremos un solo ser, Dios, el único que existe por esencia, el único ser necesario. En otras palabras: de ese modo solo se llega, si se es coherente, al idealismo panteísta de Georg Friederich Hegel.

 



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