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Filosofía

 


"El existencialismo es un humanismo"
de Jean Paul Sartre


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EXPOSICIÓN

 Sartre nos presenta esta definición:"Lo que tienen de común los existencialismo es el hecho de que consideran que la existencia precede a la esencia o, si ustedes prefieren, que hay que partir de la subjetividad" Y más adelante, después de haber hablado de las versiones cristianas de esta filosofía, especifica: "El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que, si Dios no existe, al menos ha de haber un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana." (como todo lo que en adelante escriba entre paréntesis, lo que sigue es un comentario personal: así pues, un niño es un ser que solo tiene existencia, pero no esencia. La esencia la irá creando, según veremos, su modo de actuar. sus tomas de posición a lo largo de su vida. Ante la idea de un ser que tenga existencia pero no esencia, queda claro que el filósofo ante el que nos hallamos no es propiamente un metafísico)

 

 Según Sartre, el punto de partido de su existencialismo es el "cogito ergo sum" de Descartes (Aunque más bien este es el punto de partido de todo esencialismo -donde al dudar de la existencia, ésta se pierde para siempre- y el punto de llegada es el idealismo, contra el cual reacciona precisamente el existencialismo, desde el mismo Kierkegaard. De hecho el autor danés ironiza acerca de los sabios profesores inmersos en sus dudas metodológicas) Sin embargo el "ego sum" de este "cogito" no lo entenderá como una existencia creada, al modo que hizo Descartes, pues para Sartre ningún filosofía que considere a Dios como creador puede ser existencialista ya que la creación consiste en dotar de existencia a una esencia ya existente. (Personalmente estimo que sucede al revés. Al partir del cogito, Descartes pierde la existencia. Y al poner a Dios como fundante de la existencia de las criaturas la recupera - se introduce en la filosofía de la existencia- pero el problema está en que el paso lo da en falso. Pero es que lo que Sartre llama existencialismo no es lo que nosotros llamaríamos una filosofía de la existencia. Por ejemplo, Sartre no considera que lo sea Aristóteles, y se comprende, según su punto de vista: Arístoteles ha escrito que la esencia es 'lo que era el ser' , es decir lo que era para poder ser, puesto que para ser real antes hay que ser posible, es decir una esencia no contradictoria)

 

 Así pues el punto de partida del filósofo francés es el ateísmo. "El existencialismo no es otra cosa que un esfuerzo por extraer todas las consecuencias de una posición atea coherente" (En efecto , esto hará, y por eso estimo que sería más coherente llamar "ateísmo" a su filosofía. Por lo menos no se entiende bien que denomine con la palabra entonces de moda 'existencialismo' a una filosofía que parte del cogito cartesiano y afirma que " fuera de él todos los objetos son solamente probables") No hay naturaleza en el hombre -solo la "nada"- puesto que no hay un Dios que la conciba: su existencia no ha sido antecedida de una naturaleza preconcebida por un Creador- y por tanto nada se me impone a priori, ninguna norma moral, ningún criterio a que agarrarme. Por tanto todo está por hacer y así la misma nada que hay en el hombre es libertad (personalmente pienso que está afirmando -y al pasar al terreno moral se verá más claro- que la esencia del hombre es su libertad. Ahora bien, desde un punto de vista más metafísico esto es cercano al aristotélico-tomismo pues la libertad supone la racionalidad). En consecuencia, afirma Sartre, el hombre es responsable de sus actos. Por esta razón , presenta Sartre su existencialismo como un humanismo.

 

 Parece entonces que, al prescindir de Dios, uno de los términos preferidos del existencialismo Kierkegaardiano -el de "angustia"- se pierde en la filosofía de Sartre, pues la angustia la siente Abraham, es decir el hombre de Fe, el hombre que ante todo ha de obedecer a Dios, al no poder encontrar "el consuelo de lo general", es decir de la colectividad que comprende y aprueba lo que es un acto de obediencia a Dios, que solo El comprende. Pero Sartre recupera este concepto de "angustia" en el hecho de tener que elegir uno por sí mismo sin poder refugiarse en normas divinas. Habla también equivalentemente de "desamparo", una expresión " grata a Heidegger" (Sin embargo Sartre dice que su concepto de "angustia" es el mismo que el que Kierkegaard pone en Abraham, al tiempo que afirma que para Abraham "todo va bien" pues tiene por cierto que es Dios quien le manda).

 

 Pasemos a las consecuencias en el terreno moral. "Dostoievski había escrito: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y por consiguiente el hombre está desamparado, porque no encuentra ni en él ni fuera de él, una posibilidad de agarrarse"

 

 Se entiende en este contexto su crítica a la posibilidad de una moral atea: "Cuando , hacia 1880, algunos profesores franceses trataron de construir una moral laica, dijeron algo parecido a esto: Dios es necesario, sin embargo, para que haya un mundo gobernado que ciertos valores sean tomados en serio, y considerados como existentes a priori, es necesario que sea obligatorio a priori ser honesto, no mentir, no pegar a su mujer, tener hijos, etc... Haremos pues un pequeño trabajo que mostrará que esos valores existen a pesar de todo..."

 

 El problema ahora es que la vida comprometida podría quedar también sin fundamento ¡podríamos quedarnos sin nada que objetar a un facista! Respecto de la necesidad de una vida comprometida en la lucha social, los comunistas -a quienes intenta acercarse- le oponen que el subjetivismo equivale en el terreno práctico a individualismo: parece que si se ha partido del "cogito ergo sum" no queda lugar para "los otros", en mi consideración.

 

 Pero este obstáculo es superado por Sartre estableciendo que el "sum" al que llega en el cogito no es solo el suyo, sino también el de los demás hombres. Y al entrar éstos en su consideración, afirma que es posible "emitir un juicio moral "sobre determinadas elecciones, ya que , en su libertad, el hombre ha de elegir siempre la libertad - no solo la propia sino la de los demás- puesto que la libertad es la verdad del hombre. En caso de no elegir así, de no elegir por la libertad, el hombre es un cobarde o actúa de mala fe. (Personalmente, creo que esto significa que la moralidad de los actos consiste en su conveniencia o disconveniencia con la naturaleza humana. Si se ha dicho que ésta es la libertad, será pues el respeto a la libertad humana la norma suprema de la que deducir la moralidad de cada uno de mis actos, tanto si terminan en mí como en otros hombres. No se ve pues una diferencia esencial con sistemas más familiares de moral. La impresión que queda es que al tener que justificar sus propias tomas de posición -y descalificar otras, como el fascismo- no ha tenido más remedio que retomar un discurso moral, e incluso de fundamentación clásica más bien que kantiana, y esto luego de haber declarado que es tarea imposible desde la inexistencia de Dios. Casi podría decirse que nos ha proporcionado una demostración de la existencia de Dios por reducción al absurdo-en este caso al absurdo moral.)

 

 Lo que parecería un cambio de opinión, por la necesidad de condenar ciertas actitudes, es justificado al admitir una "condición humana" en lugar de una "naturaleza humana", una "moral formal "que no determina a priori lo que se ha de hacer en cada caso, pero sí el criterio general a seguir (personalmente estimo que es el mismo planteamiento de cualquier sistema moral no casuístico). Y como hemos visto, aunque en ausencia de una moral "a priori" no puede hablar de actos malos, Sartre habla en su lugar de "actos cobardes o de mala fe". Solo entonces puede calificar a los cristianos que ven pesimismo o desesperanza en su visión del hombre -en su humanismo- que es todo proyecto de futuro, libertad, esperanza, donde nada está hecho y todo por hacer. Estos cristianos "actúan de mala fe" porque lo que de nosotros dicen no es sino su propia desesperanza.

 

 

CRÍTICA

 

 Como mi opinión personal sobre el planteamiento de Jean Paul Sartre ha quedado ya sugerida en los comentarios que he intercalado en la exposición, me limitaré más bien a encuadrar el pensamiento aquí expresado en el marco más general del existencialismo.

 

 Aunque ningún otro filósofo existencialista ha hecho partir su pensamiento del "cogito" cartesiano, sí puede decirse que es lugar común entre ellos, un cierto subjetivismo Kierkegaardiano, como reacción al objetivismo absoluto de Hegel (derivación, a su vez, del subjetivismo de Descartes y Kant, al afirmar Hegel que el espíritu subjetivo se hace objetivo en el Espíritu Absoluto). Jaspers, el primero de ellos y el más próximo a Kierkegaard aborrece el "sistema filosófico" y comprende la filosofía como de un modo de vivir más auténtico; su verdad es la verdad de mi existencia, la verdad de mi vida. Así pues, el existencialismo se presenta más como una praxis que como una filosofía propiamente dicha (se huye de ella -de la filosofía sistemática- por reacción antirracionalista). Se trata pues, de usar de mi libertad radical para hacer mi vida verdadera, esto es para llegar a ser lo que de hecho soy. Kierkegaard había hablado de este interminable llegar a hacerse del hombre como una síntesis entre el hombre infinito y eterno de Hegel -tesis-y la antítesis que supone el individuo mortal. Pero de esto hablan sin entrar al trapo de consideraciones metafísicas sobre esencia y existencia, y menos aún consideraciones que pongan una existencia sin esencia, como sucede en el caso del mundo sartriano, el "ser-en-sí" sin sentido alguno (por lo que produce la famosa "náusea"), o en el hombre sartriano, el ser-para-sí habitado por la Nada, "pasión inútil" que acaba con la muerte. Estos son los elementos capitales de su obra principal "El Ser o la Nada" en la etapa de Sartre puramente existencialista. Solo el hombre se convierte en "ser- para - otro" cuando es otro hombre quien le conoce, de modo que le reduce a objeto, a cosa para él -no de otro modo concibe Sartre en el "Ser o la Nada" la relación posible entre dos personas: "el infierno son los otros").

 

 Como hemos visto, la ausencia de naturaleza humana será para Sartre la razón de la radical libertad que se da en el hombre. De hecho esta consideración de la libertad -versus determinismo y materialismo radical del marxismo- supuso el mayor obstáculo para que Sartre se uniese al comunismo, a pesar de la simpatía vivencial y política que por él sentía, y que no esconde en "el existencialismo es un humanismo", ubicado en el período de transición entre el existencialismo puro de "El Ser o la Nada" y la dialéctica marxista de sus obras posteriores. Esta aproximación, como hemos visto, ha sido clara en sus intentos de superación del individualismo. Como se sabe, el modo en que superó finalmente el obstáculo hasta llegar a declararse comunista, fue por vía de síntesis entre dos posturas antitéticas. Es entonces cuando escribe "Cuestión de método" y "Crítica de la razón dialéctica", obras en las que ha adaptado al análisis marxista algunas sus posturas existencialitas)

 

 Esta sustitución de lo racional por lo existencial , lo vivencial, es genuina: arranca como ya vimos del mismo Kierkegaard, cuya filosofía era más bien su biografía (el hombre estético , el hombre ético , y el hombre de Fe, no suponen sino tres etapas de su propia vida). Jaspers, , fundador inmediato del movimiento llamado existencialismo -aunque a él, como a Heidegger, no le agradaba ninguna catalogación-lo pone del siguiente modo: la existencia no es algo objetivable pues no se trata de ningún predicado o propiedad que pueda ser estudiado por las ciencias objetivas. Lo mismo ocurre con la conciencia humana: es pura subjetividad, no es objetivable. Luego tanto la conciencia como el ser de las cosas escapan a la Ciencia, y solo las llega a conocer el hombre en la filosofía, pero concebida ésta no como un esquema racional, sino más bien como un modo auténtico de vivir, pues solo desde la existencia, desde el mismo ser, accedemos al ser de las cosas y al ser de la conciencia.

 

 Gabriel Marcel volverá a esta idea en términos muy bellos: La ciencia se inscribe en la esfera de lo que tiene el hombre. Llegamos a poseer algo que nos era extraño al dominarlo mediante la Ciencia. Por eso la existencia no será nunca objeto de la ciencia: ahí no estamos ya en la esfera del "tener" sino del "ser". El "ser" lo conocemos incompletamente, envuelto en el "misterio" pues no lo conocemos desde fuera, habiéndolo objetivado, sino desde dentro de él, porque nosotros mismos "somos".

 

 Así se explica el acceso humano a la realidad de Dios en Gabriel Marcel, quien , recordamos, era converso al catolicismo: Ya Jaspers había hablado de la Fe, pero solo como la constatación de la indigencia humana, de la necesidad de trascendencia. Marcel da un paso más y habla claramente de la existencia de ese Ser Trascendente, pero al que no conocemos por razonamientos, sino desde la experiencia misma de nuestra vida, así pues desde dentro de la esfera del ser, y por eso dice que solo conocemos a Dios en el Misterio. Por tanto, para Marcel, la Fe no es algo que se tiene, como si fuera una ciencia más. Es algo que se es: creyente.

 

 Como consecuencia, la filosofía no puede esquematizarse en tratados, ni podemos pretender que con ellos pueda llegarse a Dios, sino que más bien se trata de una experiencia vital, y por eso Marcel se expresa, a veces, a través del teatro. De hecho, su principal obra filosófica "El Misterio de Ser", no es sino una comunicación de experiencias, incluyendo la experiencia de lo divino. Considera que este tipo de comunicación es el modo en que un hombre puede preparar para otro el camino hacia Dios.

 

 Evidentemente, dándose aquí elementos muy positivos -estimo que hacía falta en filosofía- no podemos dejar de encontrar en estas consideraciones los síntomas propios de una reacción contra la racionalidad pura, que ha dejado al hombre prácticamente abandonado al sentimiento puro.

 

 Pero el hombre es sentimiento y es razón, y todo lo que es verdaderamente importante compromete a ambos, pues compromete a todo el hombre. Quien elige a la que ha de ser madre de sus hijos -elección que compromete la vida-, si quiere hacerlo bien no dejara actuar tan solo al corazón, sino también a la razón. Loco propósito quien al casarse deja llevarse de solo cabeza o solo corazón. Lo mismo sucede cuando hablamos de la relación del hombre a Dios. Repito que ha sido un acierto no ignorar el papel de la experiencia interior -la experiencia religiosa - en el acceso a la divinidad, restablecer la dignidad del sentimiento, del corazón. De hecho, se ha considerado clásicamente a la religión como hecho natural, y se ha visto una vía válida de acceso a Dios en la noticia del orden moral que se da en la conciencia humana. Sin embargo no es un acierto descartar, por reacción, el acceso racional a Dios remontándose desde el conocimiento de las creaturas. Aparte de que esto contradice Romanos 1, 20 (lo que no es una razón filosófica, pero hablamos de un filósofo cristiano), consideramos que se deja al hombre desarmado frente a la subjetividad y volubilidad propias del sentimiento, y sobre todo que se deja al hombre disminuido -ya no todo el hombre- desprovisto para su empresa mas importante de la más característica faceta de su ser: su razón.

 

 Cerremos este comentario, que había de serlo a la obra de Sartre, con una observación positiva, al menos desde mi punto de vista. Sartre ha sacado valientemente las consecuencias de la no existencia de Dios. Todo está permitido. El infierno son los otros. Aunque no se deben descontextualizar estas sentencias , no cabe duda de que Sartre al menos ha tocado fondo, y con esto ha esclarecido, nos ha ayudado a todos.

 



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