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No prodigar los padres las salidas nocturnas; en todo caso, evitar llegar
tarde: los hijos se enteran y preguntan.
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Tener en casa reuniones con amigos; ofrecerles algo, pero con sobriedad:
¡que los hijos se dan cuenta!
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Tener en la despensa y nevera lo imprescindible.
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Buscar sustitutivos más baratos en algunos alimentos, y que los chicos se
enteren.
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Programar menús en los que entren cosas que gustan menos o no gustan, para
ir acostumbrándoles.
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Que aprendan a servirse la comida sin estar buscando lo mejor para ellos.
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Enseñarles a tomar un poco más de lo que menos gusta y un poco menos de lo
que más apetece.
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Que no desprecien la comida. Insistir racionalmente.
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Que aprendan a no dar importancia a una situación de escasez, incomodidad,
etc.
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Explicar siempre el porqué de la reciedumbre y cómo hay que hacer cosas
concretas para adquirirla.
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Las exigencias deben tener una justificación racional y sobrenatural
siempre. Hay que darla amablemente aunque no la pidan para que la puedan
asimilar y aceptar.
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Cuidado con las prendas de vestir, chicos y chicas. Si hay varios
hermanos, que se acostumbren a "heredar".
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Evitar que la moda les esclavice. A veces, cuando son pequeños y no tienen
capacidad de elegir, son los padres los que se "proyectan" en los hijos
para ir a la "última".
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Que se ocupen del cuidado material de su ropa. Doblarla, guardarla,
prepararla para el día siguiente, etc.
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Que se enteren del precio que tiene la ropa que se les compra. Que se den
cuenta de que, aunque nos gusta más una cosa que otra, es mejor a veces
elegir la más barata.
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Cuando aparezca el dolor, pequeñas enfermedades, etc., no obsesionarse en
que desaparezca inmediatamente.
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Enseñarles desde muy pequeños a aceptar y ofrecer el dolor.
Que conozcan el valor de la corredención.
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Animarles desde pequeños a que
ofrezcan sacrificios, aprovechando las oportunidades que se presentan
normalmente.
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Enseñarles a vivir con alegría las contrariedades.
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Exigir constancia en el trabajo y en el estudio. Tratar de este tema a fondo en
el colegio. Horas de estudio.
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Impulsarles a que realicen actividades
deportivas que les exijan sacrificios y constancia.
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Hacer excursiones en
familia; programar de tal manera que sean útiles para hacerse más
fuertes.
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Dar mucha importancia a la lucha para vencer los defectos de carácter. Se ejercita la fortaleza y las consecuencias son muy
importantes. Que sepan aguantarse el mal genio, aunque tengan razón; luchar contra el despiste que les hace llegar tarde, etc.
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Que los padres
no se quejen, ni ante sus amigos más íntimos, de los trabajos, molestias y
demás inconvenientes que acarrean los hijos pequeños, medianos y mayores.
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La generosidad cristiana de los padres no se agota en traer hijos al
mundo; donde realmente se prueba es en el esfuerzo y trabajo que requiere
la educación de los hijos para que puedan llegar a ser unos buenos
cristianos.