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La educación de los hijos


La educación de los hijos

 


Ideas para fomentar la fortaleza y templanza


[Mariano Bailly-Bailliere. Escritos ARVO]

  • No prodigar los padres las salidas nocturnas; en todo caso, evitar llegar tarde: los hijos se enteran y preguntan.

  • Tener en casa reuniones con amigos; ofrecerles algo, pero con sobriedad: ¡que los hijos se dan cuenta!

  • Tener en la despensa y nevera lo imprescindible.

  • Buscar sustitutivos más baratos en algunos alimentos, y que los chicos se enteren.

  • Programar menús en los que entren cosas que gustan menos o no gustan, para ir acostumbrándoles.

  • Que aprendan a servirse la comida sin estar buscando lo mejor para ellos.

  • Enseñarles a tomar un poco más de lo que menos gusta y un poco menos de lo que más apetece.

  • Que no desprecien la comida. Insistir racionalmente.

  • Que aprendan a no dar importancia a una situación de escasez, incomodidad, etc.

  • Explicar siempre el porqué de la reciedumbre y cómo hay que hacer cosas concretas para adquirirla.

  • Las exigencias deben tener una justificación racional y sobrenatural siempre. Hay que darla amablemente aunque no la pidan para que la puedan asimilar y aceptar.

  • Cuidado con las prendas de vestir, chicos y chicas. Si hay varios hermanos, que se acostumbren a "heredar".

  • Evitar que la moda les esclavice. A veces, cuando son pequeños y no tienen capacidad de elegir, son los padres los que se "proyectan" en los hijos para ir a la "última".

  • Que se ocupen del cuidado material de su ropa. Doblarla, guardarla, prepararla para el día siguiente, etc.

  • Que se enteren del precio que tiene la ropa que se les compra. Que se den cuenta de que, aunque nos gusta más una cosa que otra, es mejor a veces elegir la más barata.

  • Cuando aparezca el dolor, pequeñas enfermedades, etc., no obsesionarse en que desaparezca inmediatamente.

  • Enseñarles desde muy pequeños a aceptar y ofrecer el dolor. Que conozcan el valor de la corredención.

  • Animarles desde pequeños a que ofrezcan sacrificios, aprovechando las oportunidades que se presentan normalmente.

  • Enseñarles a vivir con alegría las contrariedades.

  • Exigir constancia en el trabajo y en el estudio. Tratar de este tema a fondo en el colegio. Horas de estudio.

  • Impulsarles a que realicen actividades deportivas que les exijan sacrificios y constancia.

  • Hacer excursiones en familia; programar de tal manera que sean útiles para hacerse más fuertes.

  • Dar mucha importancia a la lucha para vencer los defectos de carácter. Se ejercita la fortaleza y las consecuencias son muy importantes. Que sepan aguantarse el mal genio, aunque tengan razón; luchar contra el despiste que les hace llegar tarde, etc.

  • Que los padres no se quejen, ni ante sus amigos más íntimos, de los trabajos, molestias y demás inconvenientes que acarrean los hijos pequeños, medianos y mayores.

  • La generosidad cristiana de los padres no se agota en traer hijos al mundo; donde realmente se prueba es en el esfuerzo y trabajo que requiere la educación de los hijos para que puedan llegar a ser unos buenos cristianos.



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