Inspirada
en aquel célebre suceso del Ateneo de Madrid
(En
cierto moderno y decimonónico Ateneo, en una de sus salas. Todos los
ateneístas visten la indumentaria adecuada al lugar y al momento: chisteras,
bastones, levitas... Tres de ellos esperan el resultado de lo que está
sucediendo al otro lado de la puerta que vemos enfrente.)
SEÑOR
CON PERILLA. (De
grave porte.)
¿Todavía no se sabe nada?
DON EULOGIO.(Algo
mayor, nervioso y solemne.)
Aún no ha
salido nadie. Menos mal que llega usted.
SEÑOR CON PERILLA.
Es mucho
lo que nos jugamos.
DON EULOGIO.
Por
supuesto. Ni por un momento quiero pensar en las terribles consecuencias que
traería hoy un fracaso.
SEÑOR CON PERILLA.
Tranquilo. Eso no ocurrirá.
DON EULOGIO.Hemos de
confiar en la buena fe de nuestros socios.
SEÑOR CON PERILLA.
¿Fe? No
sé como es usted capaz de hablar aún así. Todo eso pronto no será más que un
recuerdo oscuro.
DON
EULOGIO.(Azorado)
¡Ah! Sí... claro. No era más que un modo de hablar...Como la reunión se está
alargando tanto...
SEÑOR CON PERILLA.
También
ayer acabó muy tarde.
LECTOR
DE PERIÓDICO.(Que
hasta este momento ha estado leyendo el periódico, con los pies encima de la
mesa.)
¿Y se
puede saber por qué se alargan tanto? Lo único que tienen que hacer es
votar.
DON
EULOGIO.
Las
grandes decisiones no se pueden tomar a la ligera.
SEÑOR CON PERILLA.
¿Pero no
sabes quiénes son los que aún quedan? Están todos los de la caterva ahí
metidos.
LECTOR.
Apañados
estamos (sentándose y leyendo de nuevo el periódico.)
DON
EULOGIO.
¿La...
caterva?
SEÑOR CON PERILLA.
Sí: el
señor Secretario y su caterva de artistas.
LECTOR.
Los
genios, para entendernos.
DON
EULOGIO.
No hay
nada que entender. ¿No les avergüenza tratar así a sus compañeros de esta
institución? ¡Qué digo compañeros! Desde hoy verdaderos hermanos de nuestro
Parnaso.
LECTOR.
(Casi sin
levantar la cabeza.)
Bueno, bueno... No se nos indigne, don Eulogio.
SEÑOR CON PERILLA.
No veo
que sea tan malo llamarles de esa forma.
LECTOR.
Sobre
todo porque es verdad: son una verdadera caterva.
DON EULOGIO.
Pero
¿cómo hablan así? ¿Y la hermandad universal? Para qué estamos hoy votando
si ustedes piensan que...?
(Le
interrumpe un aplauso que brota de la sala contigua. Se dirigen los tres a
la puerta, pero irrumpe por ella el Secretario, seguido de un buen grupo de
ateneístas. Llegan entusiasmados.)
SECRETARIO.
(Rodeado
de los demás.)
Ateneístas: vengo a comunicarles el definitivo triunfo de la razón, por el
que la humanidad irrumpe en una era nueva: la era del progreso, la de la
cultura y la hermandad... La era del átomo en una palabra, pues hoy sabemos
ya que a ningún otro principio hemos de atribuir nuestra existencia sino a
tan sutil y por siempre indivisible elemento. Y todo gracias a este acto que
acaba de realizar el ilustre Ateneo. Nuestra votación ha determinado que
(despliega un papel y lo lee.)... Dios no existe.
(Aplausos
y entusiasmo.)
Con
gozo les comunico además que tan sólo unos pocos de nuestros miembros,
aquellos cuyas mentes aún no están abiertas a la luz del saber, han votado
en contra. Es, sin duda, un número pequeño, que ciertamente podemos
despreciar y abrazarnos como símbolo de la hermandad universal que hoy se ha
inaugurado.
DON EULOGIO.
¡Qué gran
alegría, señor Secretario! Permítame que sea el primero en abrazarle, con el
lazo de la eterna amistad.
SECRETARIO.
¡Abracémonos todos!
ATENEÍSTA 1º.
Propongo
que el discurso de hoy se inmortalice como nuevo lema de nuestro ateneo:
"Progreso, hermandad y átomo". (Nuevos aplausos.)
LECTOR.
Y yo
propongo que ya está bien y que bebamos algo de una vez.
ATENEÍSTA 2º.
Parece
mentira que en tan sublime momento sólo piense en beber.
LECTOR.
Lo que
parece mentira es que piense que me importa algo lo que le sublime a usted.
ATENEÍSTA 2º.
¿Pero
será necio ese...?
DON EULOGIO.
Cálmense.
Una vez abolido de entre nosotros la suprema causa de todos los engaños, no
ha de haber ya más rencillas en nuestro seno.
ATENEÍSTA 2º.
Otra cosa
aboliría yo de entre nosotros.
SECRETARIO.
Bueno,
bueno. Ya está bien. Olvidemos esto y bebamos. Arturo: sirva ya las copas.
ATENEÍSTA 3º.
Pero no
las sucias.
ATENEÍSTA 4º.
No son
sucias: tienen historia.
ATENEÍSTA 3º.
Aquí
tiene historia todo menos lo que nos dan para beber.
ARTURO.
Quiten,
quiten. Fíjense, que hoy tenemos champán del bueno.(Empieza a servir las
copas y beben.)
ATENEÍSTA 4º.
Sí,
claro. A un mes de las elecciones quitan el vinagre.
SECRETARIO.
¡No es
usted quien para proferir insultos al champán de nuestra institución!
Además, ya sabemos que usted es de esos que...
ATENEÍSTA 4º.
¿Que yo
soy de qué?
SECRETARIO.
De esos
que critican siempre a la junta, pero que lleva meses sin pagar sus cuotas.
ATENEÍSTA 4º.
¿Habrase
visto mamarracho?
SECRETARIO.
¿Mamarracho? ¡Pues sepa que ahora mismo queda expulsado de nuestra ilustre
sociedad!
ATENEÍSTA 4º.
Como que
hemos echado a Dios y le vamos a aguantar a usted. ¡Farsante!
SECRETARIO.
¡Maldito
mequetrefe!
DON EULOGIO.
¡Basta,
basta! Acuérdense de la hermandad universal que hoy se ha preconizado en
esta casa. No olvidemos ese abrazo que acaba de unirnos y pensemos en los
nuevos horizontes de fraternidad y comprensión que hoy se abren ante
nosotros.
SEÑOR CON PERILLA.
Ciertamente me parece más oportuno que en lugar de discutir, habláramos de
los próximos proyectos que hemos de emprender.
TODOS.
(Murmullos de aprobación.)
Tiene
razón, es verdad, etc.
ATENEÍSTA 5º.
¡Amigos!
A propósito de esto tengo la alegría de presentarles a uno de los artistas
que frecuentan nuestro parnaso y que ha decidido inmortalizar el día de hoy
en uno de sus valiosos lienzos. (Aplausos.)
SEÑOR CON PERILLA.
(A media
voz al Lector.)
¿Quién es ese?
LECTOR.
Uno de
los de la caterva.
DON
EULOGIO.
Amigos,
compórtense, por favor.
LECTOR.
Y dale.
PINTOR.(Ataviado
de pintor, claro está.)
He
recogido hasta el menor detalle de la votación deicida. Pintada por mí, será
doblemente histórica para la humanidad, que estará orgullosa de contemplar
aquí mis cuadros.
ATENEÍSTA 6º.
Pues
menudo orgullo si va a ser igual al huevo frito que hizo para la sala de
juntas. (Risas.)
PINTOR.
¿Y usted
qué sabe de pintura?
ATENEÍSTA 6º.
Nada.
Pero de huevos fritos todo.
PINTOR.
¡Ese
cuadro representaba una famosa bailarina!
ATENEÍSTA 7º.
La verdad
es que no hay quien entienda sus cuadros. Me parecen una chapuza colosal.
PINTOR.
Pues para
que se entere, ese cuadro está pintado según las últimas técnicas.
ATENEÍSTA 7º.
Las
culinarias, claro. (Risas.)
PINTOR.
¡Imbécil!
(Le tira unos pinceles.)
ATENEÍSTA 6º.
Mira el
artista.
ATENEÍSTA 7º.
Hazle
tragar sus pinceles al genio, a ver si se le bajan los humos.
DON
EULOGIO.
Pero, por
favor, ¡basta ya! ¿Es que es imposible que no haya peleas? ¡Hay que amar la
hermandad universal!
LECTOR.
Y a su
mujer, ¿también hay que amarla, don Eulogio? (Carcajadas.)
DON
EULOGIO.
¿Qué pasa
con mi mujer?
LECTOR.
Venga,
venga, que todos ya sabemos que le ha salido a usted un poquito... divertida
(siguen las risas)
DON EULOGIO.
(Blandiendo su bastón.)
¿Pero
cómo os atrevéis a meteros con mi mujer? ¡Fuera de aquí, chusma infame!
ATENEÍSTA 1º.
¿Y la
fraternidad universal?
DON
EULOGIO.
¡A
bastonazos con ella! ¡Animales! (Se lía a bastonazos gritando: "Gentuza,
haraganes, borrachos, canalla infame, fuera de aquí", etc. Se forma un gran
revuelo.)
ATENEÍSTA 6º.
(Al
pintor.)
Venga,
artista, dale color a esto también.
PINTOR.
¡En el
ojo te lo voy a dar! (Se enzarzan.)
SECRETARIO.
(Al que
le acaban de propinar un bastonazo.)
¡Echad de
aquí a ese maldito viejo!
(Y sigue el revuelo de
todos contra todos. Don Eulogio, tras vaciar la sala, mira desafiante y
erguido, y golpea con su bastón el suelo. Mientras sale por la puerta,
Arturo, el bedel. que había estado en el suelo vaciando la botella de
champán, se levanta borracho.)
ARTURO.
¡Don
Eulogio! ¡Vuelva, y vamos a darnos otro abrazo!
TELÓN

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