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Opus Dei


El Opus Dei y los Romanos Pontífices
Pío XII - Juan XXIII - Pablo VI - Juan Pablo I - Juan Pablo II - Benedicto XVI

Pío XII

El Papa Pío XII pudo manifestar también el aprecio del santo Padre por el Opus Dei, una institución que por aquel entonces era muy joven en la Iglesia. He aquí algunas muestras documentadas de la relación de Pío XII por la Obra.

1.EN 1946, PIO XII ENVIA A MONS. ESCRIVA UN RETRATO CON DEDICATORIA
(cfr. Andrés Vázquez de Prada "El Fundador del Opus Dei" p. 245).

“A Nuestro amado hijo José María Escrivá de Balaguer, Fundador de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y del Opus Dei, con una Bendición especial. 28 de junio de 1946. Pius PP.XII”.

2. EN 1947, PIO XII RECIBE EN AUDIENCIA A CARMEN ESCRIVA DE BALAGUER Y ENCARNACION ORTEGA.

Todos los días, desde que en 1943 conoció a Don Alvaro del Portillo, encomendaba el Opus Dei; tenía en su mesilla de noche el "Camino" que le regaló. Comentó que había recibido la visita de otro socio de la Obra, José María Albareda, que le había impresionado por su categoría intelectual e investigadora. (cfr. Peter Berglar "Opus Dei", p. 250).

4. DECLARACIONES DEL CARDENAL DELL’ACQUA

“Si me llamasen a declarar en los procesos de beatificación de Pío XII y Juan XXIII, yo no tendrías más remedio que hablar del grandísimo afecto que estos Romanos Pontífices -¡los dos!- tuvieron al Opus Dei. Me lo dijeron –uno y otro- expresamente. Considero un deber de conciencia que en el acta de la Historia conste la realidad de ese cariño”. (cfr. Pilar Urbano. “El hombre de Villa Tevere”. p. 430).

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

 

Juan XXIII
«El cariño por el Opus Dei, en mi corazón»

Textos publicados en diversos libros que manifiestan la veneración al Papa, característica del Opus Dei. Recogemos algunos sobre Juan XXIII. "Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón" (San Josemaría).

Testimonio del secretario de Juan XXIII, Mons. Loris Capovilla

«Juan XXIII, por su parte, comentó a su secretario, el futuro Prelado de Loreto, que la Obra "è destinata ad operare nella Chiesa inattesi orizzonti di universale apostolato", que "está destinada a abrir en la Iglesia desconocidos horizontes de apostolado universal"».
(Carta a Pablo VI, 24-V-1978: en Peter Berglar, Opus Dei, p. 249)

Testimonio del cardenal Dell'Acqua

«Si me llamasen a declarar en los procesos de beatificación de Pío XII y de Juan XXIII, yo no tendría más remedio que hablar del grandísimo afecto que estos Romanos Pontífices —¡los dos!— tuvieron al Opus Dei. Me lo dijeron —uno y otro— expresamente, y considero un deber de conciencia que en el acta de la Historia conste la realidad de ese cariño».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 430)

Viaje de Juan XXIII a España en 1954, siendo Patriarca de Venecia

«Aunque la carrera eclesiástica del cardenal Roncalli había transcurrido en misiones diplomáticas en el Oriente Próximo, y luego se le destinó a la nunciatura de París (diciembre de 1944 a febrero de 1953), tuvo ocasión de oír hablar de la Obra. Siendo Patriarca de Venecia vino a España en peregrinación, entonces cenó en el Colegio Mayor "La Estila", en Santiago de Compostela. E impresionado por el ambiente y alegría que se respiraba en esa residencia universitaria, dirigida por miembros del Opus Dei, puso en el libro de firmas un elocuente autógrafo, con fecha de 23 de julio de 1954. Y durmió en la residencia de "Miraflores", en Zaragoza, también dirigida espiritualmente por el Opus Dei. Estancias en las que conoció mejor lo ya sabido por referencia».
(Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, p. 328)

«Durante esa estancia en Galicia, Roncalli anotó en su diario, el 23 de julio de 1954: Cena a sera col Card. Feltin nell'Opus Dei, istituzione nuova per me, interessante ed edificante».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 442)

Primera audiencia a San Josemaría (5-III-1960)

«El 5 de marzo de 1960, Escrivá acude al Vaticano, llamado a audiencia por Juan XXIII.
Durante la conversación, con humor socarrón y gesticulando muy expresivamente, el Papa le comenta:
—La primera vez que oí hablar del Opus Dei me dijeron que era una institución imponente e che faceva molto bene. La segunda vez, que era una institución imponentissima e che faceva moltissimo bene. Estas palabras me entraron por los oídos, pero... el cariño por el Opus Dei se quedó en mi corazón.
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 445)

Audiencia con un matrimonio, ambos fieles del Opus Dei (1963)

«Juan XXIII no verá finalizar las sesiones del Concilio Vaticano II. El 3 de junio de 1963 será anunciado su fallecimiento.
Dos semanas antes había recibido en audiencia a un matrimonio —los dos miembros del Opus Dei— acompañado por sus hijos. El Santo Padre les habló de la grata impresión recibida durante su estancia en España, donde había tomado contacto por primera vez con la Obra. Y les dijo también que en Roma había podido tener un conocimiento más directo y más profundo; había visto los inmensos horizontes de la labor del Opus Dei, comprendiendo bien su trascendencia y universalidad. Les subrayó que recordaba con muchísimo cariño las veces que había podido hablar directamente con el Fundador».
(Ana Sastre, Tiempo de caminar, pp. 458-459)

Encargo de una labor social en el barrio Tiburtino

«Juan XXIII había decidido que los fondos recaudados para honrar a Pío XII con motivo de octogésimo aniversario se destinaran a una obra social en algún suburbio de Roma carente de instituciones educativas o asistenciales, y había encargado a algunos miembros del Opus Dei la realización y la dirección del proyecto».
(François Gondrand, Al paso de Dios, p. 236)

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

 

Pablo VI
 y el Fundador del Opus Dei

Algunos textos procedentes de libros publicados que manifiestan la filial unión del fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, con Pablo VI.

Relación con Monseñor Montini (futuro Pablo VI)

«Escrivá no puede dejar de recordar que Pablo VI, siendo todavía monseñor Montini, fue "la primera mano amiga que yo encontré aquí en Roma; la primera palabra de cariño para la Obra, que se oyó en Roma, la dijo él"».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 447)

«Recuerdo que pocos días después de su llegada a Roma le recibió Mons. Montini, entonces Sustituto de la Secretaría de Estado. Nuestro Fundador le habló extensamente de la Obra, y le contó algunas anécdotas apostólicas. Mons. Montini aseguró que enseguida se las referiría al Santo Padre: "Aquí llegan solamente penas y dolores, y el Papa se alegrará mucho cuando conozca tantas cosas buenas que están haciendo ustedes"».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 16)

Primera audiencia de Pablo VI a san Josemaría (24-I-1964)

«El 24 de enero de 1964, el Santo Padre Pablo VI recibe, en audiencia privada, al Fundador del Opus Dei. Cuando llega ante el Papa, intenta arrodillarse para saludarle como prescribe el protocolo. Pero Su Santidad no se lo permite: antes, le rodea con sus brazos en un gesto de cariño y cordialidad [...].
Casi al final de la entrevista, dice al Papa que, fuera, está don Álvaro del Portillo. Pablo VI manda enseguida que entre:
—Don Álvaro...: ¡Nos conocemos ya desde hace veinte años!...
—Santidad, sólo dieciocho.
—Da allora sono diventato vecchio (desde entonces me he vuelto viejo).
—Ma no, Santità: è diventato Pietro (No, Santidad: se ha vuelto Pedro)».
(Ana Sastre, Tiempo de caminar, p. 483)

Appunto riservato all'Augusta Persona del Santo Padre (14-II-1964)

«El 14 de febrero de 1964 el fundador escribe al Papa una "nota de conciencia", un Appunto riservato all'Augusta Persona del Santo Padre. Ahí, entre otros asuntos, le propone alguna modificación del texto de las constituciones, que rigen para la Obra desde 1950 [...].
Tras la "nota reservada" al Papa hay una primera respuesta oficial, que es un dilata. Al fin, cuanto menos, ese breve vocablo elegantemente vago, en la diplomacia vaticana no significa un cierre de puertas, sino que la posibilidad queda en pie... para más adelante. No es un "no". Es un "todavía no".
No obstante, Pablo VI le hace ver a Escrivá que en el desarrollo del Vaticano II pueden abrirse nuevas vías que hagan posible la deseada solución institucional del Opus Dei».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, pp. 91-92)

Segunda audiencia de Pablo VI a san Josemaría (10-X-1964)

«El 10 de octubre de 1964, durante una audiencia con Pablo VI, el Papa da a entender a monseñor Escrivá que la solución jurídica para la Obra puede salir en breve, en alguno de los documentos conciliares que se están elaborando».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 450)

«El 10 de octubre de 1964, el Fundador de la Obra es recibido de nuevo en audiencia privada por Pablo VI. Al final, también quiere que entre don Javier Echevarría, que es quien acompaña esta vez al Padre, para demostrarle su afecto, decirle palabras de buen humor y bendecirle. Una fotografía que se conserva en la Sede Central de Roma, mantiene vivo el recuerdo de esta larga conversación, de la que el Fundador sale muy conmovido por tantas cosas buenas como el Romano Pontífice ha dicho de la Obra. Además, Pablo VI le entrega un cáliz en cuya base campea el escudo pontificio y un "Chirografo" (carta manuscrita)».
(Ana Sastre, Tiempo de caminar, p. 484)

«Aún tengo fresco en mi memoria el recuerdo de aquella visita de Pablo VI al Centro Elis el 21 de noviembre de 1965, día de su inauguración [...]. Junto al Elis está la iglesia parroquial de San Giovanni Battista al Collatino, confiada a sacerdotes del Opus Dei. El Papa se entretuvo en la visita bastante más tiempo del previsto. Celebró la Santa Misa, bendijo una imagen de la Virgen destinada a la Universidad de Navarra y visitó detenidamente los locales del centro».
(Cesare Cavalleri: en Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 19)

«Acude al Tiburtino, para inaugurar solemnemente el Centro ELIS, que ya está construido y funcionando, junto con una amplia residencia, una escuela hotelera y una parroquia anexa, encomendada también a sacerdotes de la Obra.
Disfruta Pablo VI en ese acto. Recuerda que, años atrás, recién terminada la guerra mundial, pasaba él por ese barrio romano. Unos muchachos callejeros le suplicaron:
—¡Denos trabajo! ¡Denos trabajo!
—¿Qué sabéis hacer?
—Todo... Bueno... nada.
La respuesta no pudo ser más lacerante.

Ahora ve hecha realidad una satisfacción a aquella demanda. Y como Escrivá le pide la bendición para todos los que están allí, en esos nuevos edificios, Pablo VI le propone: "benediciamo insieme", bendigamos juntos, los dos a la vez. Escrivá, conmovido por esa deferencia del Papa, se hinca de rodillas y baja la cabeza.
Poco después, cuando Pablo VI se despide, ya en la puerta, monseñor Escrivá vuelve a arrodillarse sobre el suelo mojado por la lluvia, para besarle el anillo. Pero el Papa, asiéndole por los codos, lo levanta con energía y, mientras le abraza, dice: "Tutto, tutto qui è Opus Dei!" ¡Todo, todo aquí es Opus Dei!».
(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 448)

Palabras de san Josemaría sobre Pablo VI

«Pablo VI, que tiene esa inquietud por la paz, este amor, este afán por los humildes, este deseo de que haya igualdad en el mundo, de que a nadie le falte nada, me dijo por medio del Cardenal Dell'Acqua que quería inaugurar el Tiburtino antes que se cerrara el Concilio, para que los obispos del mundo vieran cómo quería él al Opus Dei y a la gente necesitada de elevar su posición social, ¡que tiene derecho y no encuentra los medios para ejercitar ese derecho!».
(Josemaría Escrivá, tertulia en Tajamar, Madrid, 1-X-1967: en Lázaro Linares, Antes, más y mejor, p. 163)

Pablo VI y la causa de canonización de san Josemaría
«Mons. Carlo Colombo, asesor teológico y amigo personal de Pablo VI, ha testimoniado que el Santo Padre le animó a escribir la carta postulatoria para la apertura del proceso de beatificación del Fundador del Opus Dei. Estas son sus palabras: "En el curso de un encuentro con Pablo VI, donde se trataron varios temas, tuve la oportunidad de expresar al Pontífice mi intención de dirigir una carta postulatoria solicitando el inicio del proceso canónico que introdujese la causa de Mons. Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei. Sentí el deber de comunicar al Papa que pensaba dirigirle una carta postulatoria, que no habría escrito si personalmente no hubiera tenido serios motivos para hacerlo: no podía permitirme defraudar la íntima confianza que me tenía el Papa. Pablo VI me dio su pleno asentimiento y aprobación, por la gran estima que sentía por el Siervo de Dios, de quien conocía el gran deseo de hacer el bien que le movía, su amor ferviente a la Iglesia y a su Cabeza visible, y el celo ardiente por las almas"».
(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 20)

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

 

Juan Pablo I

“Escrivá de Balaguer, con el Evangelio, decía continuamente: "Cristo no nos pide un poco de bondad, sino mucha bondad. Pero quiere que lleguemos a ella no a través de acciones extraordinarias, sino con acciones comunes, aunque el modo de ejecutar tales acciones no debe ser común". Allí "nel bel mezzo della strada", en la oficina, en la fábrica, nos hacemos santos a poco que hagamos el propio deber con competencia, por amor de Dios, y alegremente, de manera que el trabajo cotidiano se convierta no en una "tragedia cotidiana", sino en la "sonrisa cotidiana"”. 
(Artículo en Il Gazzettino, Venecia, 25-VII-1978).

© 2005, http://www.vatican.va/latest/documents/escriva_pontefici_sp.html

 

Juan Pablo II
«El Opus Dei difunde una propuesta de santificación»

El Opus Dei es, para Juan Pablo II, una “nueva propuesta de santificación y de apostolado, mediante el ejercicio del ordinario trabajo profesional”. Recogemos breves párrafos de algunos discursos en los que el Papa describe el mensaje del Opus Dei.

Noviembre de 1978, carta a monseñor Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei

Me es bien conocida la vasta difusión de la Obra creada y dirigida después durante largos años, con la ayuda de Dios, por Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, y quiero rendir honor al compromiso de santidad y de testimonio evangélico que irradia, tanto mediante el trato personal como por medio de múltiples iniciativas de promoción social entre los hombres de nuestro tiempo. Por todo esto, sean dadas incesantemente gracias al Señor, que no deja que falten a la Iglesia nuevas propuestas de santificación y de apostolado, también mediante el ejercicio del ordinario trabajo profesional.

Agosto de 1979, audiencia en Castelgandolfo a fieles del Opus Dei

Realmente es un gran ideal el vuestro, que desde los comienzos se ha anticipado a la teología del laicado, que caracterizó después a la Iglesia del Concilio y del posconcilio.
Tal es el mensaje y la espiritualidad del Opus Dei: vivir unidos a Dios en medio del mundo, en cualquier situación, cada uno luchando para ser mejor con la ayuda de la gracia, y dando a conocer a Jesucristo con el testimonio de la propia vida.
¿Hay algo más bello y más apasionante que este ideal? Vosotros, insertos y mezclados en esta humanidad alegre y dolorosa, queréis amarla, iluminarla, salvarla. ¡Benditos seáis y siempre animosos en este vuestro intento!
cfr. L'Osservatore Romano, Roma, 26.VIII.79 y 20 21.VIII.79.

Homilía de Juan Pablo II en la Misa de la Beatificación de Josemaría Escrivá (Plaza de San Pedro, Roma, 17-V-1992)

Con sobrenatural intuición, el Beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado. Cristo convoca a todos a santificarse en la realidad de la vida cotidiana; por ello, el trabajo es también medio de santificación personal y de apostolado cuando se vive en unión con Jesucristo, pues el Hijo de Dios, al encarnarse, se ha unido en cierto modo a toda la realidad del hombre y a toda la creación (cfr. Dominum et vivificantem, 50). En una sociedad en la que el afán desenfrenado de poseer cosas materiales las convierte en un ídolo y motivo de alejamiento de Dios, el nuevo Beato nos recuerda que estas mismas realidades, criaturas de Dios y del ingenio humano, si se usan rectamente para gloria del Creador y al servicio de los hermanos, pueden ser camino para el encuentro de los hombres con Cristo. «Todas las cosas de la tierra enseñaba , también las actividades terrenas y temporales de los hombres, han de ser llevadas a Dios» (Carta del 19 de marzo de 1954).

A los participantes en el congreso teológico sobre las enseñanzas del beato Josemaría Escrivá, Sala Clementina, 14-X-1993.

Manifestación evidente de esta Providencia divina es la constante presencia a lo largo de los siglos de hombres y mujeres, fieles a Cristo, que iluminan con su vida y con su mensaje las diversas épocas de la historia. Entre estas figuras insignes ocupa un puesto eminente el Beato Josemaría Escrivá, el cual, como tuve ocasión de subrayar en el solemne día de su beatificación, ha recordado al mundo contemporáneo la llamada universal a la santidad y el valor cristiano que puede asumir el trabajo profesional en las circunstancias ordinarias de cada uno.

Homilía durante la misa de dedicación de la iglesia parroquial del beato Josemaría Escrivá, Roma, 10-III-1996.

Hoy dedicamos vuestra parroquia al fundador del Opus Dei, que tanto hizo para difundir el ideal de la santidad.
Amadísimos hermanos y hermanas, sabed hacer vuestro su programa de vida y de trabajo pastoral: vivir buscando la santidad y hacer comprender a toda persona con quien os encontráis, hombre o mujer, que está llamada a la plena comunión con Dios.
L’Osservatore Romano, 15-III-1996

Audiencia del 17-III-2001

Os exhorto, queridos hermanos y hermanas, a no olvidar en vuestro trabajo el punto central de la experiencia jubilar: el encuentro con Cristo. El Jubileo ha sido una continua, inolvidable contemplación del rostro de Cristo, Hijo eterno, Dios y Hombre, crucificado y resucitado. Lo hemos buscado en la peregrinación hacia la Puerta que abre al hombre la vía del cielo. Hemos experimentado su dulzura en el acto humanísimo y divino de perdonar al pecador. Lo hemos descubierto hermano de todos los hombres, reconducidos a la unidad por medio del don del amor que salva. La sed de espiritualidad que se ha suscitado en nuestra sociedad sólo puede ser aplacada por Cristo.

«No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!» (Carta Apostólica Novo millennio ineunte, 29). Al mundo, a cada uno de nuestros hermanos los hombres, hemos de abrir el camino que conduce a Cristo. «Señor, busco tu rostro» (Sal 27 [26], 8). Esta aspiración acudía a menudo a los labios del Beato Josemaría, hombre sediento de Dios y por eso gran apóstol, que escribió: «En las intenciones, sea Jesús nuestro fin; en los afectos, nuestro Amor; en la palabra, nuestro asunto; en las acciones, nuestro modelo» (Camino, 271).

Misa de canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer. Homilía del santo Padre en la Plaza de San Pedro el 6-X-2002

(...) Elevar el mundo hacia Dios y transformarlo desde dentro: he aquí el ideal que el santo fundador os indica, queridos hermanos y hermanas que hoy os alegráis por su elevación a la gloria de los altares. Él continúa recordándoos la necesidad de no dejaros atemorizar ante una cultura materialista, que amenaza con disolver la identidad más genuina de los discípulos de Cristo. Le gustaba reiterar con vigor que la fe cristiana se opone al conformismo y a la inercia interior.
Siguiendo sus huellas, difundid en la sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos en primer lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu. De este modo, seréis "sal de la tierra" (cf. Mt 5, 13) y brillará "vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16).

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

 

Benedicto XVI
«Dejar obrar a Dios»

Artículo que publicó «L'Osservatore Romano» en su edición italiana y el diario español ABC sobre san Josemaría Escrivá de Balaguer escrito por el cardenal Joseph Ratzinger.

ROMA, 7 octubre 2002

Siempre me ha llamado la atención el sentido que Josemaría Escrivá daba al nombre Opus Dei; una interpretación que podríamos llamar biográfica y que permite entender al fundador en su fisonomía espiritual. Escrivá sabía que debía fundar algo, y a la vez estaba convencido de que ese algo no era obra suya: él no había inventado nada: sencillamente el Señor se había servido de él y, en consecuencia, aquello no era su obra, sino la Obra de Dios. Él era solamente un instrumento a través del cual Dios había actuado.

Al considerar esta actitud me vienen a la mente las palabras del Señor recogidas en el evangelio de San Juan 5,17: «Mi Padre obra siempre». Son palabras expresadas por Jesús en el curso de una discusión con algunos especialistas de la religión que no querían reconocer que Dios puede trabajar en el día del sábado. Un debate todavía abierto y actual, en cierto modo, entre los hombres --también cristianos-- de nuestro tiempo. Algunos piensan que Dios, después de la creación, se ha «retirado» y ya no muestra interés alguno por nuestros asuntos de cada día. Según este modo de pensar, Dios no podría intervenir en el tejido de nuestra vida cotidiana; sin embargo, en las palabras de Jesucristo encontramos la respuesta contraria. Un hombre abierto a la presencia de Dios se da cuenta de que Dios obra siempre y de que también actúa hoy; por eso debemos dejarle entrar y facilitarle que obre en nosotros. Es así como nacen las cosas que abren el futuro y renuevan la humanidad.

Todo esto nos ayuda a comprender por qué Josemaría Escrivá no se consideraba «fundador» de nada, y por qué se veía solamente como un hombre que quiere cumplir una voluntad de Dios, secundar esa acción, la obra -en efecto- de Dios. En este sentido, constituye para mí un mensaje de gran importancia el teocentrismo de Escrivá de Balaguer: está en coherencia con las palabras de Jesús esa confianza en que Dios no se ha retirado del mundo, porque está actuando constantemente, y en que a nosotros nos corresponde solamente ponernos a su disposición, estar disponibles, siendo capaces de responder a su llamada. Es un mensaje que ayuda también a superar lo que puede considerarse como la gran tentación de nuestro tiempo: la pretensión de pensar que después del big bang, Dios se ha retirado de la historia. La acción de Dios no «se ha parado» en el momento del big bang, sino que continúa en el curso del tiempo, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de los hombres.

El fundador de la Obra decía: «Yo no he inventado nada, es Otro quien lo ha hecho todo. Yo he procurado estar disponible y servirle como instrumento». Esta palabra, y toda la realidad que llamamos Opus Dei, está profundamente ensamblada con la vida interior del Fundador, que aún procurando ser muy discreto en este punto, da a entender que permanecía en diálogo constante, en contacto real con Aquel que nos ha creado y obra por nosotros y con nosotros. De Moisés se dice en el libro del Éxodo (33,11) que Dios hablaba con él «cara a cara, como un amigo habla con un amigo». Me parece que, si bien el velo de la discreción esconde algunas pequeñas señales, hay fundamento suficiente para poder aplicar muy bien a Josemaría Escrivá eso de «hablar como un amigo habla con un amigo», que abre las puertas del mundo para que Dios pueda hacerse presente, obrar y transformar todo.

En esta perspectiva se comprende mejor qué significa santidad y vocación universal a la santidad. Conociendo un poco la historia de los santos, sabiendo que en los procesos de canonización se busca la virtud «heroica» podemos tener, casi inevitablemente, un concepto equivocado de la santidad porque tendemos a pensar: «Esto no es para mí». «Yo no me siento capaz de realizar virtudes heroicas». «Es un ideal demasiado alto para mí». En ese caso la santidad estaría reservada para algunos «grandes» de quienes vemos sus imágenes en los altares y que son muy diferentes a nosotros, pecadores normales. Tendríamos una idea totalmente equivocada de la santidad, una concepción errónea que ya fue corregida --y esto me parece un punto central-- por el propio Josemaría Escrivá.

Virtud heroica no quiere decir que el santo sea una especie de «gimnasta» de la santidad, que realiza unos ejercicios inasequibles para llevarlos a cabo las personas normales. Quiere decir, por el contrario, que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. Quizá, en el fondo, se trate de una cuestión terminológica, porque el adjetivo «heroico» ha sido con frecuencia mal interpretado. Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosas grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. Con otras palabras, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad.

Ser santo no comporta ser superior a los demás; por el contrario, el santo puede ser muy débil, y contar con numerosos errores en su vida. La santidad es el contacto profundo con Dios: es hacerse amigo de Dios, dejar obrar al Otro, el Único que puede hacer realmente que este mundo sea bueno y feliz. Cuando Josemaría Escrivá habla de que todos los hombres estamos llamados a ser santos, me parece que en el fondo está refiriéndose a su personal experiencia, porque nunca hizo por sí mismo cosas increíbles, sino que se limitó a dejar obrar a Dios. Y por eso ha nacido una gran renovación, una fuerza de bien en el mundo, aunque permanezcan presentes todas las debilidades humanas. Verdaderamente todos somos capaces, todos estamos llamados a abrirnos a esa amistad con Dios, a no soltarnos de sus manos, a no cansarnos de volver y retornar al Señor hablando con Él como se habla con un amigo sabiendo, con certeza, que el Señor es el verdadero amigo de todos, también de todos los que no son capaces de hacer por sí mismos cosas grandes.

Por todo esto he comprendido mejor la fisonomía del Opus Dei: la fuerte trabazón que existe entre una absoluta fidelidad a la gran tradición de la Iglesia, a su fe, con desarmante simplicidad, y la apertura incondicionada a todos los desafíos de este mundo, sea en el ámbito académico, en el del trabajo ordinario, en la economía, etc. Quien tiene esta vinculación con Dios, quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él, puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace el coraje de responder a los retos del mundo de hoy.

Fuente: Zenit.org/spanish


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